Tal vez alguien haya llegado hasta este artículo atraído por su título, pensando que encontraría una diatriba sobre la polémica concerniente al alcalde de Madrid y a la recientemente fallecida Almudena Grandes, que será nombrada próximamente hija predilecta de la capital. En realidad, vengo a hablar más bien de la España Vaciada, aunque solo colateralmente, así que tampoco esperen un juicioso análisis sobre esta nueva formación política y sus perspectivas de cara a las próximas elecciones en Castilla y León.
A lo que quiero referirme es a la actual aglutinación de la población en las ciudades, en detrimento de los pueblos, lo que los está condenando al ostracismo no ya de la inversión pública, sino hasta de la memoria. Porque hasta hace no mucho incluso la aldea más humilde podía colarse en los libros de historia si conseguía una sola cosa: que alguien célebre naciese allí. Lo glosa muy bien Monique (@MonicaUnchained en Twitter), a quien debo agradecerle la inspiración para esta columna: «Otra cosa fea de este siglo es que ya nadie nace en sitios como Madrigal de las Altas Torres».
Monique se refiere, lógicamente, al municipio abulense de 1.380 habitantes (datos de 2021) donde vino al mundo Isabel la Católica. Pero hay muchos más ejemplos. ¿O de qué nos sonaría si no Cebreros (3.246 vecinos), por no salir de la provincia de Ávila, si no fuera por Adolfo Suárez?
Lo mismo ocurre con Trujillo (población, 8.821) y Medellín (2.247 habitantes), donde nacieron respectivamente los conquistadores Francisco Pizarro y Hernán Cortés. Dos casos con los que uno no puede evitar recordar el glorioso título de aquel libro de Rafael García Serrano, Cuando los dioses nacían en Extremadura. Por cierto, que el humilde nombre de Medellín, provincia de Badajoz, le debe a Cortés haber bautizado también a la segunda ciudad de Colombia.
Qué importante será el lugar de procedencia, por pequeño que sea, cuando nos sirve a los navarros para apropiarnos del Nobel Santiago Ramón y Cajal. Y es que el descubridor de la neurona pació en tierras mañas, pero nació en Navarra, en concreto en la localidad de Petilla de Aragón, perteneciente a la Comunidad Foral. Todo para especial orgullo de sus flamantes treinta habitantes.
La nómina continúa con Fuente Vaqueros, provincia de Granada y donde actualmente viven 4.415 personas, que vio nacer a Federico García Lorca; con Santa Marina de Parada (298 vecinos), en La Coruña, y cuna de Isabel Zendal; o con Campo de Criptana (13.229 pobladores) de donde era natural Sara Montiel y, más recientemente, Ana Iris Simón.
Incluso a algún futbolista rebelde de nuestros días todavía se le conoce por el epíteto de su procedencia, véase a Andrés Iniesta, que ha dado a conocer a todo el mundo el nombre de su albaceteño pueblo, Fuentealbilla (censo: 1.836).
Estos lugares recónditos sacan pecho por haber alumbrado a reyes, próceres, poetas y toreros. Presumen de ellos dedicándoles calles, plazas y hasta el nombre del propio pueblo, como en el caso de Sos, que, tras el nacimiento de Fernando II de Aragón, incorporó la coletilla «del Católico». Dan fe de ello sus 574 residentes.
Ya solo por eso, y también por no abarrotar de repetitivos madrileños los libros de historia, tal vez fuera recomendable —al menos para dar a luz— un retorno a los pueblos. Distinta cuestión es si estos deberían ser de la España vieja o bien de una de nuevo cuño, a la manera del San Ireneo de Arnois que ideó Natalia Sanmartín.