Medio siglo después de su muerte, las pasiones por Francisco Franco han reverdecido. El odio, alimentado por una memoria «democrática» que ha hecho de su figura un tabú y de su régimen una caricatura. También la admiración, como respuesta a la deriva régimen sociopolítico actual.
Interpretaciones aparte, entre 1939 y 1975 España pasó del arado a la industria, del analfabetismo a la universidad, de la pobreza a una clase media mayoritaria, con más esperanza de vida, acceso a la vivienda y prosperidad que nunca. Esa obra no desaparece porque se borren placas o se profanen tumbas y templos. La Historia, algún día libre, tendrá la última palabra.


