Germán Arciniegas, uno de los más grandes historiadores de la región en el siglo 20, en varios de sus trabajos describió a América Latina como una tierra prisionera de caudillos. En honor a la verdad, tenía mucha razón. Pues nuestros países tienen un largo historial de dictadores que hasta han tenido el descaro de atribuirse poderes divinos, entre ellos, Juan Domingo Perón.

Sin embargo, ninguno de los jerarcas que describió Arciniegas contó con el dinero del narcotráfico para llevar a cabo sus fechorías. Esa parte de nuestra historia, que alcanzaría su cúspide en las primeras dos décadas del siglo 21, la protagonizarían Fidel Castro, Pablo Escobar, Evo Morales, Hugo Chávez y toda la franquicia delincuencial del Foro de Sao Paulo.

¿Cuánto vale la cocaína? es el título de un artículo de mi amigo Fernando Londoño, exministro de justicia de Colombia, publicado en Americano Media. Le sugiero que se siente para leer la respuesta. Un gramo puesto en Estados Unidos o Europa vale entre cien y ciento cincuenta dólares. Lo que significa que un kilo se cotiza en cien mil dólares y una tonelada en cien millones de dólares. Haga el cálculo sabiendo que de Bolivia salen, aproximadamente, 310 toneladas de cocaína al año, según datos de La Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca.

Obviamente, esas enormes cantidades de dinero, que lograrían que gente como Elon Musk sienta envidia, pueden derrumbar naciones, corromper la justicia, y convertir a narcotraficantes en presidentes, que, de hecho, ese era el sueño de Pablo Escobar. Aunque El patrón no pudo cumplir con su objetivo de montar una red de narcoestados en Hispanoamérica, la región está secuestrada por los cárteles y pandillas de tercera generación. Veamos.

Después de su asalto al poder, Evo Morales entregó a Bolivia por completo a las garras del castrochavismo. Primero, se dedicó a firmar acuerdos de cooperación con Hugo Chávez y Fidel Castro. Segundo, alineó la diplomacia boliviana con los intereses de la dictadura cubana. Y tercero, puso todas las instituciones del Estado boliviano al servicio y la promoción del narcotráfico.

Por ejemplo, designó al cocalero Felipe Cáceres como el hombre encargado del combate contra las drogas. Si uno analiza que la coca es la materia prima de la cocaína, el nombramiento de Cáceres fue, como dice el refrán popular: «un ratón cuidando el queso». Al momento de dejar el cargo, tras trece años en el mismo, Felipe Cáceres tenía registrado un patrimonio total de Bs 9.251.814, aproximadamente, 1.5 millones de dólares. Una enorme fortuna para un país donde el 87% de las cuentas bancarias tienen menos de 500 dólares.

Jean François Barbieri es un expolicía francés especialista en problemas de estupefacientes. Debido a ello trabajó durante años en Marsella. Luego de esa su experiencia en su país, fue nombrado agregado de seguridad en la embajada de Francia en La Paz durante cuatro años. Después de su estadía en Bolivia, publicó el libro: El Narcoamauta, cómo Bolivia se (re)convirtió en un narcoestado en la era Morales.

El texto cita estadísticas sobre la venta de cocaína boliviana al mundo. Recuerda también hechos de la historia reciente del país, entre ellos, la aprehensión de Valentín Mejillones Acarapi (el amauta encargado de las hechicerías andinas en la toma de poder de Evo) por delitos de narcotráfico. Asimismo, muestra las relaciones delincuenciales entre la dictadura boliviana y los cárteles del narcotráfico mundial, pero en particular con la organización de Joaquín Guzmán, El chapo. En resumen, Barbieri considera que toda la política antidroga de Bolivia, en especial, eso que Morales bautizó como: «nacionalización de la lucha contra las drogas», no fue más que una vil mentira, pues todo el país está convertido en un narcoestado.

John Jairo Velázquez Vásquez, Popeye, fue guardaespaldas de Pablo Escobar durante los 80. Luego pasó 25 años en prisión por delitos que van desde el tráfico de drogas hasta el asesinato de más de 250 personas. Estando en la cárcel empezó el oficio de escritor. Sus libros narran los hechos sangrientos que enlutaron a Colombia durante la década del 80 y parte de los 90. Además, se tiene que prestar especial atención a los detalles acerca de la relación «comercial» entre Pablo Escobar, el boliviano Roberto Suarez, el escritor Gabriel García Márquez, Hugo Chávez, Nicolas Maduro y Fidel Castro. Popeye no se equivoca al afirmar que la izquierda regional no es más que la suma de sicarios, pandilleros y narcos. De hecho, al momento de fundar el Foro de Sao Paulo, el dictador cubano tenía como único objetivo expandir su red delincuencial. Penosamente, lo logró. Somos feudos de la cocaína.