Desde que tu madre me dio la noticia, hace apenas un mes, no me han abandonado estos nervios tan propios de un día como hoy, 6 de enero, Día de Reyes. Ya lo comprenderás y sentirás en unos años, te lo prometo. Pero ahora te estás creando, estás creciendo, tienes el tamaño de no sé qué fruto seco según una aplicación y yo no hago más que imaginar cómo serás cuando estés. Aún faltan meses para conocerte y ya me muero de ganas, te pongo un color de ojos y una forma de llevar el pelo, te doy un tono de voz e incluso invento una forma cariñosa para llamarte. Pienso en cómo será tu vida, especialmente la que pases a mi lado, porque soy tu tío y te espero con impaciencia.

Y es que, durante estos días de Navidad, ya te digo, pienso mucho ti. Ayer mismo apareciste, mientras recordaba alguna de las películas que han marcado mi infancia. Esas que, claro, al verlas ahora, me devuelven a aquellos días cuando todo era feliz. Algún día tú podrás pensar en las que a ti te devuelven a la tuya, a tu infancia, y esbozar una sonrisa en la cara. Te prometo, así, de antemano, esforzarme para hacerte ver que en el cine y en los libros se puede encontrar un refugio para los malos ratos, que los habrá. Prometo esforzarme por hacer de tu vida, un poco, una película y, más adelante, descubrirás tú solo que las películas son, un poco, como la vida misma. Me gustaría ver cómo cada vez ocupas más espacio a mi lado en el sofá porque te vas haciendo mayor, mientras en la pantalla van sucediéndose imágenes de todas esas películas que veremos juntos. Me gusta pensar en ello como si fuese una de esas escenas que se utilizan en el cine para representar que pasa el tiempo. Sí, exactamente, como la de Hugh Grant caminando a través de las estaciones por Notting Hill en Notting Hill, valga la redundancia.

Me gustaría ver contigo tantas cosas… desde Merlín el Encantador y Basil, el ratón superdetective hasta Los Aristogatos y Peter Pan, pasando por Hook, La Guerra de las Galaxias, El último mohicano, Harry Potter, Cinema Paradiso, los hermanos Marx, La Ventana Indiscreta y mucho Hitchcock, Billy Wilder y todo Pixar. Mostrarte alguna de mis filias confesables e inconfesables. Todo Woody Allen y Stanley Donen, muchas screwballs y McCarey. No faltarán clásicos del mar como Capitanes intrépidos, La isla del tesoro —a mí me gusta la versión en la que Charlton Heston hace de Long John Silver—, El mundo en sus manos, Master and Commander —tendrás las novelas de O’Brian en las estanterías para cuando las quieras— o Rebelión a bordo. Tampoco faltarán George Cukor, George Stevens ni los wésterns, ortodoxos y heterodoxos, Dos cabalgan juntos, Río Bravo y el Dorado, El hombre que mató a Liberty Valance, La noche de los gigantes y Horizontes de grandeza. Me gustaría que cada mañana del día de Navidad quieras ver conmigo Los Teleñecos en Cuento de Navidad, con Michael Caine, para que un día puedas decir mientras ves por primera vez El hombre que pudo reinar «pero si el rubio este es Ebenezer Scrooge» ya lo había visto yo muchas veces con mi tío.

Me gustaría que terminases poniendo nombre a todas las caras de las grandes actrices y actores, que supieses reconocer la voz de Peter Ustinov y los ojos de Jean Simmons, el caminar de James Stewart y te enamorases en cada escena. Me gustaría que supieses recitar de memoria frases y que te quedases con los pequeños detalles, aquellos casi imperceptibles. Me gustaría decirte que Cary Grant es el mejor actor de la historia y que, algún día, le cuentes a esa persona que tanto te gusta cómo viste conmigo Charada, o Atrapa a un ladrón por primera vez, u Operación Whisky que tanto me hace reír. Me gustaría que vinieses a mi casa, es decir, a la tuya, cuando tu madre te deje, porque te encanta ver en la pared los viejos carteles de Con la muerte en los talones y de Página en blanco y que, quizá, por alguno de tus muchos y felices cumpleaños o en una carta a los Sus Majestades, pidas el de esa película que tanto te gusta a ti. Me gustaría que hicieses listas conmigo, regalarte los juegos de siempre y mostrarte que a las cosas hay que cuidarlas. Me gustaría comenzarte colecciones y que tú las continúes y comiences otras nuevas. Me gustaría que, cuando seas mayor y pases algún fin de semana conmigo, te encante ir los domingos al Rastro y hacernos con alguna ganga. Y no te imaginas las ganas que tengo de que, el día menos pensado y no a mucho tardar, porque el tiempo vuela, seas tú quien me descubra una obra maestra, algo imprescindible, una colección en un museo o una canción. Aunque intentaré disfrutarte mucho antes de que llegue ese día.

Deseo egoísta y enormemente que seas una niña y que tengas algo mío, pero, sobre todo, deseo que estés bien, ahora y siempre. Todos te esperamos con mucha impaciencia como a los Reyes Magos y yo, además, espero estar a la altura que te mereces. Lo procuraré. Hasta pronto.