¡Ay, ese pellizco, que duele! Pareciera que estuviéramos ante un contorsionista que se empeñara en hacernos, ya de paso, un juego de magia entrevelando sus dedos —¿dónde está el dedo índice de la mano derecha?—. Nada más lejos de la realidad. Las manos de nuestro protagonista son largas, delgadas, huesudas y con dedos afilados y seguro que se encuentran en estos momentos en una furgoneta —junto a Jorge, Nando y Fran, el resto de la formación— por esas carreteras de Dios como cualquier banda de rock que se precie en plena gira, dedicadas a lo suyo, a componer. Aseguran que los que poseen esta clase de manos son buenos escritores, filósofos o pintores. La contracción de su pose —es habitual en él, observen la portada de Fracciones de un segundo o el vídeo clip Palabras— no es lo importante, es el gesto el que capta toda la energía que vierte en cada uno de sus nervios, músculos y venas. La energía que muestra Sean Frutos en el escenario trepando —subiéndose a las estructuras—, dando de sí al artista camaleónico que lleva dentro y que recuerda al Iggy Pop de su mejor época.
De fondo oigo la versión guitarrera de Sin aliento de Danza Invisible, históricos con similitudes que apostaron, al igual que ellos, desde una ciudad pequeña, por un sonido británico. Las evidentes influencias de grupos anglosajones de los 70 y 80 —Bowie, The Doors, Beatles, The Who—, envenenaron su enérgica voz de buen rock y decidió darle rienda suelta hace más de 25 años, «cuando estábamos sin pulir, pero dispuestos a todo», que contaba Roger Daltrey. En este mundo lo importante es no perder la capacidad de sorpresa; así, estos murcianos se comieron a los British en el concurso Global Battle of the Bands confirmando aquella cita del álbum Rock & Ríos: «Lo hizo porque no sabía que era imposible». A partir de ahí y con una cuidada estética sin abandonar la chupa de cuero —David Delfín y otros grandes de la moda les prestaron su ropa— en el mismo escenario junto a Depeche Mode, las caderas de Shakira y la producción de Carlos Jean uniendo dos mundos: el independiente (indie) y el comercial.
Ahora, Second anuncia su despedida, «nada es para siempre… excepto el amor que nos habéis regalado durante estos 26 años de amor y vida». Así arrancaba el comunicado en el que anunciaban su disolución: «Hemos sido inmensamente felices». Antes del adiós definitivo continúan con su gira, «para cerrar una bonita etapa de nuestra vida». Con toda la pasión y fuego en cada una de estas últimas citas, «no lo entendemos de otra manera. Así nacimos y así nos iremos».
Flores imposibles, el último disco de la banda, contiene una de las canciones más desgarradoras entre matices y entrañas, Muévete y siente: «No soporto en el ambiente esta falta de pasión / es una epidemia silenciosa y salvaje/ amar está en peligro de extinción». Sin espectáculo decorativo ni proporciones excesivas porque la sobreactuación agarrota. A Sean le surgen preguntas tan sencillas y directas como el que da un buenos días. ¿Por qué no ponemos más pasión a todo? ¿Qué está pasando? ¿Por qué esta falta de pasión generalizada? ¿Por qué no nos miramos más a los ojos? «Muévete y siente / es lo único que nos mantiene».
Esta pasión entre piruetas y el delirio adquirirá contexto en el Teatro Circo Price el próximo 28 de enero. El directo siempre ha sido su mejor modo de expresar, tocar y hacer sentir. Siempre sonando a sí mismos, que ya es bastante. Y en evolución permanente, con mucha Más suerte y rodando, sudando… Ocurre a veces que el público se resiste a marcharse. Imaginad que Second no ha terminado. Sólo es cuestión de personalidad, de timbre, tono, sensibilidad y hasta de sentido de la dramaturgia. Entonces sí estaremos ante un adiós entre una atmósfera melancólica, intensa y dolorosa, «mientras quede un soplo de aliento en nuestros huesos».