Hace dos semanas, el diario ‘El Mundo’ llevaba en portada una entrevista al histórico dirigente socialista Alfonso Guerra. En ella, el exvicepresidente del gobierno aprovechaba para arremeter contra Pedro Sánchez y criticar que la izquierda no defienda la idea de España como es debido.

Dicha entrevista sirvió para que parte de la derecha saliese en tromba a pedir la vuelta de esos socialistas con sentido de Estado, esos socialistas patriotas, preocupados por el interés general. La historia de nunca acabar.

Esas mismas personas que elevaban a Guerra a los altares, aprovecharon la ocasión para repetir una y otra vez que el problema del PSOE es Sánchez. Al mismo tiempo, hicieron un llamamiento a los barones territoriales para que dieran un golpe en la mesa y se levantaran en armas contra el presidente del gobierno.

Reconozco que me resulta desesperante ver a estas alturas a una parte de la derecha política y mediática buscar continuamente al buen socialista, el que tiene sentido de Estado y cree en España.

Me recuerda a esa persona que está enamorada y no es correspondida. Esa persona que se despierta en mitad de las noches y empieza a vagar buscando a ese amor que no está y que no llega. Ay, deberían saber algunos que hay amores que matan.

¿Existe realmente ese PSOE? La historia del partido dice que no

Evidentemente no se puede narrar con detalle en un artículo los 140 años de vida del PSOE, aunque se podría hacer una breve mención a su historial golpista, su papel criminal en la Guerra Civil o los escándalos y latrocinios del felipismo.

Al tener un historial tan extenso, me centraré en los últimos 20 años, desde la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general. Porque muchos de los males actuales comenzaron ahí, con el famoso “discurso del método” de Cebrián, que venía a decirle a Zapatero que se olvidase de pactos con el PP y que cualquier alianza de gobierno tenía que pasar por los nacionalistas de distinto pelaje.

En el año 2003, el PSC firmó el conocido “Pacto del Tinell”, por el cual se comprometían a pactar un gobierno con los partidos separatistas y a excluir al PP de la vida política catalana. Lo que hoy hacen con VOX, ayer lo hacían con el PP. Siempre el mismo comportamiento antidemocrático.

Pero ese pacto no fue lo más grave. Poco después de formarse el gobierno catalán, Carod Rovira, siendo consejero con el PSC, se reunió con la cúpula de ETA en Perpiñán para pedirle que dejase de matar solo en Cataluña. Uno de los episodios más nauseabundos de nuestra historia democrática.

¿Hizo algo el PSOE? No, la realidad es que Carod Rovira continuó siendo vicepresidente de la Generalidad hasta 2010, año en el que fueron desalojados del gobierno autonómico por Artur Mas. ¿Y Alfonso Guerra? ¿Reaccionó ante semejante infamia? En absoluto, calló y continuó siendo diputado hasta el año 2015.

Del tripartito hasta hoy

En 2005, no tuvieron el menor inconveniente en pactar con el BNG para expulsar del gobierno de Galicia a Manuel Fraga. Un año después, en 2006, el PSOE mostraba su firme apoyo al famoso Estatuto de Maragall, que reconocía a Cataluña como una nación y otorgaba a la Generalidad una serie de competencias propias de un Estado independiente. En esta ocasión, Alfonso Guerra también amagó con votar en contra del mencionado texto legal, pero finalmente votó a favor.

Incluso en el año 2014, el hoy tan venerado Rubalcaba, estuvo a punto de aceptar los votos de Bildu para arrebatarle la presidencia de Navarra a Yolanda Barcina. En aquel momento, Madina, quien para algunos sectores mediáticos representa la moderación frente a Sánchez, no veía con malos ojos ese pacto.

Lo cierto es que siempre que han tenido oportunidad, han pactado con quien fuese necesario para desalojar al PP del poder. Desde los comunistas de IU hasta los recogenueces del PNV pasando por los filoterroristas y chavistas. Siempre de la mano con lo más tóxico y dañino del panorama político español.

En cuanto a los famosos barones, también me resulta bastante sorprendente que haya en la derecha quien crea que son muy distintos a Sánchez. ¿Quién va dar un golpe en la mesa? ¿Ximo Puig? ¿El mismo que ha metido en el gobierno de la Comunidad Valenciana a los pancatalanistas de Compromís? ¿García Page? ¿El que fue el primer presidente autonómico en meter a Podemos en el gobierno? No, ninguno de ellos puede dar lecciones de nada. Y los que pueden, no han alzado nunca la voz, ya sea por cobardía o por convencimiento. Por tanto, son cómplices de los desmanes de Sánchez.

El problema no es Sánchez

Entonces, una vez narrados todos estos episodios objetivos, ¿de verdad creen algunos que el problema del PSOE es Sánchez? Yo me inclino más por pensar que el problema no es Sánchez, sino el propio PSOE. No parece lógico pensar que la simple voluntad de un individuo pueda doblegar a una organización entera y modificar ese supuesto espíritu nacional y moderado que algunos creen que existe. Diría que el mal del PSOE anida en su raíz más profunda y desde hace muchos años.

Puede que la izquierda de hoy sea más antinacional que la de hace 30 años, no digo que no, pero que lo de ahora sea malo no quiere decir que lo de antes fuese bueno. Y si hoy es más antinacional que ayer, es porque personas como Alfonso Guerra no han movido un dedo durante años.