El nuevo great reset es el despotismo de toda la vida, elevado a la enésima potencia a través del transhumanismo y el adoctrinamiento en el relativismo moral; en el que no sólo se pretenden siervos, sino esclavos eunucos que no tengan energía para enfrentarse a nada ni tengan principios que defender.  

Se han suprimido y censurado todos los tratamientos efectivos para el manido coronavirus con el objeto de diseminar la muerte e implantar terroríficas medidas que destrozan la capacidad de razonar de la sociedad y su autonomía frente al estado, terminando en el intento de imponer a toda la humanidad una vacuna muy peligrosa que sirva al propósito del control social y de la agenda transhumanista. Un genocidio y no una pandemia. 

El pánico del coronavirus es una obra de teatro. Una estafa. Nada se trata del bienestar de la sociedad, todo se trata de crear un mundo de control. Una dictadura con excusas sanitarias. Ya es hora de que entendamos que estamos en medio de un crimen global sin precedentes en la historia de la humanidad.  

La “pandemia” ha sido planeada durante décadas; todo está orquestado: fraude masivo, soborno global, lavado de cerebro en los medios, campaña de terror, muerte por fomentada negligencia, censura sin precedentes y corrupción extrema en los medios y los gobiernos. 

El primero de los crímenes es que todo lo vivido no es una pandemia, sino un genocidio. Liderado desde la OMS y perpetrado a través de sus protocolos que fingían curar cuando realmente llevaban a la muerte: asilamiento, soledad, terror, estrés, inapropiados respiradores que aumentaban la inflamación en vías respiratorias, la supresión de la hydroxychloroquina, invermectina, remdesivir, dexametaxona y, por supuesto, vitaminas C y D3. En un mar de confusión y de miedo, cientos de miles de personas en el mundo (puede que millones) han muerto por una mala praxis orquestada y que se le ha imputado a un virus. 

Mayor crimen aún es la censura mediática y toda la campaña de terror que ha llevado a la absoluta paranoia e hipocondría a millones y millones de personas. Por supuesto, resultado en el supuesto opuesto de lo que pretenden: en la expansión de la enfermedad por Manchausen masivo. Los medios de comunicación son una máquina de terror, adoctrinamiento y control de la sociedad. 

Todas estas cuestiones, y muchas más que no se recogen en este texto son parte de un mismo crimen, el crimen mayor que la humanidad ha visto: la destrucción de la libertad que representa Occidente para imponer un nuevo orden mundial. Este nuevo orden consiste en una sociedad elitista, en la que los altos burócratas lo tendrán todo y el resto será una clase de sirvientes que “no tendrán nada y serán felices”. El último año y medio ha sido un descarado intento de destruir a la clase media para volverla dependiente del estado.  

Es hora de que la sociedad occidental recobre sus principios que tratan de ser destruidos. En ellos podremos encontrar la autoridad y la valentía para enfrentarnos a un mal sin precedentes. Es hora de que cada uno de nosotros demos un paso al frente y seamos los dueños de nuestra propia vida y de nuestro futuro. Somos las personas libres la mayor amenaza al totalitarismo.