«Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo», decía Voltaire. Suscribo. Y por eso me parece bien que este martes, la alumna Elisa Lozano, haya decidido, si así lo ha considerado oportuno, utilizar su discurso de agradecimiento por haber sido premiada por la Universidad Complutense para arremeter contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Eso es la libertad de expresión y si a ella le ha parecido certero utilizar el que probablemente sea el momento en el que su voz va a llegar a más gente en lo que lleva de vida para soltar bilis contra Isabel Díaz Ayuso, pues es perfectamente lícito. Insisto en Voltaire.

Ahora bien, hacer un discurso tan improvisado, desestructurado, histriónico… en definitiva, malo, malísimo, tiene delito. Entiendo que esta chica ha tenido semanas, sino meses, para preparase esos dos minutos de intervención. Es una alumna, de acuerdo con sus calificaciones en el grado de Comunicación Audiovisual, de sobresaliente. ¿De verdad no ha podido prepararse un discurso en condiciones en el que expresar sus ideas con educación y respeto? Es libre de hacerlo. Del mismo modo, por cierto, que la Universidad es libre para decidir premiar a la única alumna en la historia de la Facultad de Ciencias de la Información que ha llegado a presidenta de una comunidad autónoma, Isabel Díaz Ayuso.

Los que han protestado este martes en la Universidad, entre los que se encuentra esta alumna, se hacen llamar tolerantes, antifascistas, defensores de la libertad de expresión… pero con sus actos y palabras tan sólo demuestran su profundo sectarismo. «A quien no sea de mi cuerda ideológica no se le puede premiar en mi Universidad». Y punto. Una Universidad que es tan de Ayuso como suya. Como lo es del variado elenco de premiados, de todo tipo y condición, que también recogieron sus distinciones. Porque de eso va a la Universidad: de pluralismo, de convivencia, de debate.

Así que, Elisa, di lo que quieras en tu discurso, pero mi humilde consejo es que la próxima vez te lo prepares un poquito mejor. Rectifico. Simplemente con que te lo prepares podría valer. Porque, con tus palabras, lo único que has hecho es dejarte a ti misma a la altura del betún. Todo lo contrario que tu interpelada que, además, no ha dudado en, a pesar de todo tu odio, mencionarte en su discurso para reconocer tu mérito. Por sus obras los conoceréis.