Israel, en la actualidad, es un caos. Luego de una gran campaña de vacunación donde el país fue el ejemplo para el mundo, volvimos al principio. Sólo tuvimos 10 días de supuesta libertad.  Luego de ello, se volvió a las restricciones, testeos masivos, estos con los ct elevados a 40 por orden del ministerio de salud, hecho informado a todas las mutualistas y hospitales. Presión para que los no vacunados se vacunen, así como también los niños ―léase desde los tres años― ya que el pasaporte verde para acceder a varias actividades será exigido desde los tres años. ¡Así como leen!

Hoy, los que están enfermos en su casa son los vacunados con la pauta completa, o sea dos dosis.  Muchos también están en el hospital graves. De estos, también hay internados vacunados con la tercera dosis, con efectos secundarios, algunos leves, otros graves. Sin embargo, el primer ministro Bennet dice que el próximo cierre, antes de las fiestas de fin de año, será por culpa de los no vacunados. Esto es claramente falso.

Están por empezar las clases, por lo tanto, quieren hacer pruebas a todos los niños. Pruebas de serología y, si están con anticuerpos más del 50%, empezarían las clases. Si no, intentarán vacunar a todos los menores, con o sin permiso de los padres. Algunos padres están organizados para sacar a los chicos de las escuelas y, junto con los maestros, hacer las clases fuera de los recintos escolares. Sin embargo, en las últimas horas el gobierno decidió interrumpir esos tests alegando que prácticamente no hay tests serológicos positivos.

Muchos trabajadores también están siendo extorsionados a vacunarse, sino perderían la fuente laboral. Esto es claramente ilegal, y por lo tanto muchos están haciendo juicios con abogados.

Esto es lo que estamos viviendo hoy en día en Israel. Mucha gente entiende que somos casi tres millones y medio sin vacunar. Pero otros no, y no hay forma que lo entiendan. Ya casi 1.300.000 fueron a por la tercera dosis sin saber si es necesaria, sólo porque el gobierno así lo indica.

La realidad social en Israel lleva a una división entre los ciudadanos que luchan por proteger sus derechos naturales, incluidos los trabajadores extranjeros, y quienes adoran la narrativa enferma distribuida en las transmisiones propagandísticas. Ya no somos ningún “ejemplo”, lo que hacemos es luchar contra esta dictadura sanitaria, cosa muy difícil pero no imposible. De esta manera, difundiendo la verdad y la realidad de lo que estamos padeciendo.

Camelia Huino | eXtramuros