Balázs Orbán (Budapest, 1986) se ha consolidado en los últimos años como el principal arquitecto intelectual de la estrategia húngara, el proyecto con el que el gobierno de Vilktor Orbán (no son familia) trabaja para garantizar la soberanía de su nación, reforzar su competitividad y navegar con un entorno internacional turbulento. Director político del primer ministro y uno de los pensadores más influyentes de Europa Central, defiende que cada nación debe seguir su propio camino según su historia, geografía e identidad cultural. Un planteamiento que rechaza abiertamente el modelo «talla única» que domina todavía Bruselas.
La estrategia húngara, explica, no pretende ser un patrón exportable, sino un ejemplo de cómo un país puede reinventarse, asegurar su estabilidad y prosperar sin perder de vista su carácter nacional. En un escenario marcado por la guerra en Ucrania, la invasión migratoria y la crisis de competitividad europea, Budapest reivindica una autonomía reforzada y una Europa de naciones soberanas capaces de cooperar desde el realismo.
¿En qué consiste la estrategia húngara?
La estrategia húngara no es un modelo universal ni vale para todos. Cada nación necesita su propio camino, enraizado en su historia, su geografía y su sustrato sociocultural. No hay moldes únicos. Para vivir en paz y prosperar, hay que desarrollar una estrategia propia a partir de la herencia y la cultura de cada país.
El libro (traducido y publicado en español por Ediciones CEU) expone una vía alternativa.
La alternativa al modelo liberal-intervencionista, a la «talla única» que, a nuestro juicio, falla repetidamente ante la realidad. En esta era de soberanías emergentes, triunfarán los países capaces de explorar su estrategia y presentarla con solvencia. El libro describe quiénes son los húngaros, qué enseñan nuestra historia y geografía, cómo funciona la sociedad y cómo aprovecharlo hoy.
La última vez que coincidimos en Budapest afirmó que la estrategia húngara apenas estaba empezando. ¿En qué punto se encuentra ahora?
Hungría avanza bien, pese a un entorno complicado: la guerra a las puertas, la presión migratoria y la presión de la élite liberal de Bruselas para que cambiemos de políticas y nos sumemos al mainstream. Aun así, Hungría es de los países más seguros de Europa, sin políticas woke, suben los salarios y baja el paro… Mientras, la Unión Europea ha encadenado errores en los últimos cinco años: gestión de la guerra, apoyo a la competitividad, transición verde e inmigración.
El modelo Orbán parece funcionar…
Los votantes pidieron cambio, pero en Bruselas tratan de armar una coalición que prolonga las mismas políticas. De ahí nuestra apuesta por unir fuerzas en Europa y por un concepto de Europa de las naciones. La estrategia funciona, pero hace falta seguir escalándola.
¿Se sienten cada día más lejos de Bruselas?
Hungría está en el corazón de Europa y, si hay cooperación europea, debemos estar dentro. Salir de la Unión Europea es un lujo de países grandes; no es nuestro caso. Hemos aprendido que en Bruselas sólo escuchan si sienten una fuerza enfrente: no se trata de buena voluntad, sino de equilibrio.
Entonces no se alejan.
No nos alejamos, al contrario: hay que estar más presentes para influir y defender nuestros intereses, y hacerlo de la mano de socios europeos, porque importan el tamaño y el nivel de cooperación.
¿Europa puede ser «grande otra vez»?
Europa fue grande y hoy no lo es tanto: hay fallos de competitividad, defensa, inmigración y políticas verdes. Hay que reconocerlo para buscar soluciones. Puede mejorar si actuamos con inteligencia, dejando a un lado rigideces ideológicas y metas geopolíticas de facción: gobiernos y partidos europeos pueden acordar medidas prácticas para reemprender la grandeza. Es un lema proeuropeo, realista y optimista con el que muchos países y fuerzas políticas pueden identificarse.
¿Qué es necesario?
No podemos seguir aprobando normas europeas más estrictas que las de nuestros competidores externos, porque debilitamos a nuestras empresas hasta volverlas irrelevantes. En el último lustro se ha atendido a casi todo salvo a apoyar a la empresa europea: hay que invertir el orden. Luego está la guerra. Sus costes económicos son devastadores (energía cara, crecimiento estancado, clases medias sufriendo…) y también se perciben en España.
¿Cuándo acabará la guerra?
El interés húngaro es la paz cuanto antes. La paz empieza con un alto el fuego: primero parar de matarse; luego ya se verá el plan de paz detallado, que será largo y complejo. Nosotros abogamos en serio por el cese de hostilidades y trabajamos activamente por ello, dentro de nuestras capacidades.
¿Ha girado el eje político de derecha-izquierda a patriotismo-globalismo?
País por país, los votantes ha castigado a quienes pilotaron los últimos cinco años en Europa. En algunos sitios ganó el PP, pero haciendo campaña por el cambio y un liderazgo nuevo. Sin embargo, después el PPE traicionó esa voluntad al sumarse a una coalición que prolonga el pasado reciente. Por eso insistimos en unir a quienes se oponen a ese pacto que no refleja la voluntad popular. Estamos en la oposición en Bruselas, con la tarea seria de presionar y frenar la imposición de cualquier ideología ajena a esa voluntad.


