España todavía es uno de los países más seguros de Europa en términos comparativos. La tasa de homicidios intencionales (entre 0,6 y 0,7 por 100.000 habitantes) continúa muy por debajo de los estándares occidentales. Sin embargo, bajo esa aparente estabilidad se está produciendo una transformación profunda y acelerada del perfil de la delincuencia. Es la principal conclusión del informe del Observatorio Demográfico de CEU-CEFAS, Demografía de la delincuencia en España, que dibuja un escenario cada vez más condicionado por la edad, el sexo y, sobre todo, por la composición de la invasión migratoria.
El documento, dirigido por Joaquín Leguina y coordinado por Alejandro Macarrón, ofrece una radiografía sobre homicidios, delitos sexuales, robos, violencia intrafamiliar, ocupación ilegal de viviendas, bandas criminales y terrorismo yihadista. Su lectura es inequívoca: la delincuencia en España es hoy más joven, más masculina y, estadísticamente, mucho más propensa entre los extranjeros, especialmente entre los procedentes de África y América.
Homicidios: cifras bajas, pero tentativas al alza
El número de homicidios consumados en España se mantiene estable desde hace varios años (algo por encima de los 300 anuales), como confirman las series del INE y del Ministerio del Interior recogidas en el Cuadro 1 del informe . Sin embargo, las tentativas de homicidio se han disparado, alcanzando en 2024 niveles muy superiores a los de 2019. Los expertos del observatorio apuntan a dos factores: la mayor rapidez policial en la intervención y la mejora de la atención médica urgente, que convierten en «tentativas» agresiones que, hace años, habrían sido mortales.
La autoría de estos delitos presenta un patrón contundente. En 2023, el 93% de los condenados por homicidio eran hombres, y la franja decisiva se concentra entre los 18 y los 70 años. La propensión a matar entre los extranjeros es varias veces superior a la de los españoles, con ratios particularmente elevadas entre los africanos y los americanos.
Iberoamérica y el diferencial criminal
Una mitad de la inmigración residente en España, y más del 70% de la llegada reciente, procede de Iberoamérica. Muchos de estos países presentan tasas de homicidios extremadamente altas. Sin embargo, tal como subraya el documento, los inmigrantes hispanos reducen drásticamente su propensión al delito cuando viven en España, pese a que sus tasas siguen siendo superiores a las de los españoles. El informe atribuye esta reducción a cinco factores: mayor nivel de renta, mejor perfil educativo que la media de sus países, predominancia femenina de esta inmigración, un sistema penal más disuasorio y el efecto del entorno seguro en el país de acogida.
Aun así, las diferencias persisten. En palabras del informe: si los inmigrantes hispanos reprodujesen sus tasas de criminalidad de origen, España duplicaría o triplicaría su número de homicidios.
Violencia intrafamiliar: España, a la cabeza de Europa en seguridad femenina
Uno de los apartados más sensibles del informe es el relativo a la llamada «violencia de género». A pesar del debate político permanente, los datos comparados ofrecen un panorama sólido: España es el país de Europa Occidental con menos mujeres asesinadas por sus parejas en relación con la población, según Eurostat.
No obstante, el informe añade dos matices relevantes. El primero: también mueren hombres asesinados por sus parejas —66 entre 2014 y 2023—, aunque en mucha menor proporción. El segundo: los hombres nacidos en el extranjero presentan tasas mucho más altas de homicidios por violencia de género que los españoles, especialmente los africanos y los americanos.
Además, este tipo de homicidio presenta un rasgo distintivo frente a otros delitos violentos: no disminuye claramente con la edad. En 2024, casi el 40% de los homicidas por violencia de género tenía más de 50 años, y un 8% superaba los 70.
Violaciones y delitos sexuales: un crecimiento acelerado
Pocas cifras resultan tan llamativas como las que revelan las series de delitos sexuales en España. Las violaciones registradas han pasado de 2.143 en 2019 a 5.206 en 2024. El incremento, advierte el documento, es «alarmante». La cifra engloba tanto las agresiones como otro tipo de delitos contra la libertad sexual, que sumaron 21.159 ese mismo año.
Pese al aumento, España sigue muy por debajo de la mayoría de Europa Occidental: Suecia —158 violaciones por cada 100.000 habitantes—, Francia, Bélgica y los países escandinavos presentan tasas que multiplican varias veces la española.
La demografía vuelve a ser determinante. Los extranjeros (sobre todo africanos e iberoamericanos) superan ampliamente las tasas de delincuencia sexual de los españoles, y cómo esta propensión disminuye con la edad.
Cataluña destaca en este ámbito: entre 2022 y 2024 fue, con diferencia, la comunidad con más violaciones por millón de habitantes, seguida por Baleares, País Vasco y Navarra.
Robos, hurtos y el peso del origen
Los robos físicos han descendido algo desde 2019, pese al aumento de población por la inmigración. Pero el análisis por grupos muestra marcadas diferencias. En 2023 el 92% de los condenados por robo eran hombres. El robo es un fenómeno eminentemente juvenil: más de la mitad de los condenados por robo con violencia tenían menos de 30 años. Las tasas de robo y hurto entre los extranjeros duplican o triplican las de los españoles, con valores altísimos entre los africanos.
Cataluña vuelve a aparecer como epicentro del problema: su incidencia de robos —con violencia y con fuerza en domicilios— es muy superior al peso de su población.
La okupación como anomalía española
Uno de los capítulos más críticos es el dedicado a la ocupación ilegal de viviendas. El informe no se anda con eufemismos: la define como un delito tratado con una «increíble lenidad oficial» y recuerda que desde 2015 es un delito leve, lo que en la práctica excluye la prisión.
Los datos del Ministerio del Interior lo confirman: 168.891 okupaciones entre 2010 y 2024, con sólo 68.496 detenciones, muchas de ellas sin condena posterior. Y otra vez, Cataluña encabeza el ranking con una tasa 3,6 veces superior a la del resto de España.
El componente demográfico es nítido: desde 2020, más de la mitad de los detenidos por usurpación de vivienda son extranjeros.
Yihadismo y bandas latinas: delincuencia importada
El informe dedica dos apartados a fenómenos distintos, pero con un elemento común: ambos están ligados a la inmigración reciente y presentan un impacto significativo en la seguridad.
El terrorismo yihadista dejó más de 1.100 detenidos en 20 años; el 77% de los condenados o muertos eran marroquíes; la mayoría, hombres jóvenes. Mientras, las bandas latinas muestran una presencia creciente, sobre todo en Madrid. Sólo entre 2021 y 2024 se produjeron 4.000 detenciones de sus miembros, con más de 1.600 armas blancas incautadas.
Un futuro condicionado por la demografía
El informe concluye con un aviso: el futuro de la delincuencia en España estará condicionado por dos fuerzas contrapuestas. Por un lado, el envejecimiento de la población, que reduce la propensión general al delito. Por otro, la invasión migratoria (3,8 millones de inmigrantes netos desde 2015, en su mayoría africanos y americanos), cuyo impacto estadístico en los delitos graves ya se está manifestando.
La recomendación es clara: reforzar la capacidad policial y judicial, endurecer la respuesta ante delitos que hoy se toleran y replantear el modelo de inmigración para evitar que la combinación de juventud, precariedad y ausencia de control acabe deteriorando la seguridad global. España sigue siendo un país seguro. Pero los datos muestran que esa seguridad ya no puede darse por garantizada.
