Del ‘Distinguo’ de Tolkien a las ‘silent reading parties’ de Barcelona

O nos quedamos con el silencio o con la fiesta, pero, en materia de lectura, como de alcohol, mejor no mezclar

|

Bien sabía Aristóteles que todo en la vida consiste en huir de los extremos: no queremos, por ser claros, ni silent reading parties ni el frenético in taberna quando sumus de las cogorzas goliardas. Admiramos tanto la lectura recogida del monje como el voluptuoso elucubrar de los colegas —y qué colegas— de Platón en El banquete. Necesitamos, sí, de la celda, porque, como diría Cicerón, nunquam minus solus quam cum solus —«nunca estoy menos sólo que cuando estoy sólo»—; pero, al mismo tiempo, requerimos, para consuelo nuestro y alegría, del vino y del amigo.

Ahora bien, no nos dejemos enredar bajo el ensalmo de cualesquiera oxímoros o buenas intenciones. Silent reading parties: o nos quedamos con el silencio o con la fiesta, pero, en materia de lectura, como de alcohol, mejor no mezclar. Nos fijamos en el rótulo —silencio, libros, fiesta, todo en uno— y, claro, aventuramos una revolución viento en popa: no es de extrañar, viendo que en la conciencia de tantos examinandos de la Selectividad Ortega y Gasset siga revoloteando cual grotescos siameses, o viendo que la Historia de España —no solo para ellos— se resume en el inconexo credo de Tartessos, la ristra de reyes visigodos y el Acta de Adhesión de 1985.

Pero insisto, no caigamos en el engaño. Se me ocurren tres razones para la sospecha. La primera y más importante: en una macroquedada con desconocidos, aunque sea con la noble intención de leer, se desdeña el tesoro de la intimidad compartida. A ello volveremos más tarde. La segunda tiene que ver con la fiebre del mindfulness y del ruido cero: como si callar en grupo fuera lo mismo que estar en paz consigo mismo. Pero este silencio, lejos de recogernos, nos exhibe: es un silencio de escaparate, fabricado para la estampa colectiva, no para la conversación secreta con uno mismo. Montaigne, que se retiraba a su torre a hablar con los libros como con amigos, habría sonreído ante tamaña congregación de almas recogidas.

Y la tercera, aunque prosaica, no es por ello menos real: lo que en teoría se anuncia como una silent reading party me temo que no es sino un Tinder con sobrecubiertas de tapa dura. Se finge leer —preferiblemente a Proust, Tolstói y la inexcusable Woolf, autores que otorgan la debida pátina intelectual— mientras la verdadera trama se desarrolla en las miradas impacientes a la chica de al lado. De hecho, sospecho que la atracción literaria de los clásicos en estos eventos no nace del deseo de entenderlos, sino de posar junto a ellos, como quien escapa de Madrid en busca de socaires toledanos, se acerca de paso a la catedral —ay, la storie de Instagram—, y se escandaliza por los ocho duros que bien merece el Transparente. Es la vieja coquetería de salón reciclada en clave bibliográfica: el amor por la apariencia del libro por encima del amor por la lectura misma.

Frente a ello, me veo obligado a compartir experiencia personal. Varios amigos nos hemos propuesto seguir la inveterada tradición de los cafés vieneses, de las tabernas inglesas, de nuestras queridas tertulias literarias, desde el Café Gijón hasta las de la Generación del 98. Cierto es que no destacamos por nuestra capacidad de sugestión —Books & Beers, Homero y compañía, Club dantesco… en fin, ya me callo—, pero si de algo disfrutamos, es de que alguien, un amigo, esté dispuesto a escuchar nuestros vanilocuentes devaneos literarios. Allí, pinta en mano, podemos imprecar el ¡distinguo! con el que Tolkien, C.S. Lewis y compañía —The Inklings— hacían resonar Oxford y The eagle and child. O, si las cosas van a más, batirnos en duelo hasta quedarnos mancos como Valle-Inclán tras la trifulca en el Café de la Montaña. Más lejos hemos llegado, os lo aseguro.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.