Uno corto y un recuerdo: eso es lo que traigo hoy. Porque a veces no hace falta más para que algo se quede a vivir dentro. Los Teleñecos en la isla del tesoro parecía, en su estreno y hoy en día, un pasatiempo para niños. Un puñado de muñecos cantando entre mapas y barcos. Pero lo cierto es que, sin aspavientos, se convirtió en una brújula emocional para muchos de nosotros.
En medio de cañonazos, chistes imposibles y coreografías delirantes, hay una canción que se abre camino como una certeza: Ser de profesión pirata. Y, dentro de ella, una frase que resume todo lo importante: «Tú serás siempre uno más», reza. Porque el verdadero tesoro no es el oro enterrado, sino descubrir que la vida vale la pena cuando hay quien rema contigo incluso con la brújula rota.
La película convierte la amistad en un pacto silencioso: no importa si eres rana, cerdo, oso o humano, siempre habrá sitio en la tripulación si sabes cantar junto a los demás. Y eso es lo que recordamos, al final: la certeza de que alguien contará contigo aunque sólo seas un grumete torpe y entusiasta.
Uno corto y un recuerdo. Los Teleñecos en la Isla del tesoro nos enseñó, sin pretenderlo, que la amistad no se mide en títulos ni en logros, sino en la capacidad de abrir un espacio para el otro. «Tú serás siempre uno más», ése es el cántico que, si prestamos atención, nunca debemos dejar de tararear.