Hispanidad: mezcla, no disolución

En un contexto disolvente como el actual no cabe la Hispanidad. No hay espacio para ella en las ideologías dominantes. El concepto surge para llenar el hueco que deja la Monarquía Hispánica (Cristianitas minor), es decir el régimen político de los distintos pueblos españoles de ambos hemisferios. La Hispanidad es la encarnación política de una fe comunitaria desarrollada en una cultura admirable. Es la cristiandad barroca.

Decía García Morente que la Conquista de América fue un acto que brota de lo más profundo del alma española. La Hispanidad nace de la necesidad de la fusión del español con el otro, en un acto de amor y dolor. Los españoles no fueron a América para traerse América a España, sino para vivir allí, en mestizaje, otras formas de ser español. La Hispanidad se fundamenta en una fe profunda en la igualdad esencial de los hombres propia del humanismo español, nunca en el igualitarismo.

La Hispanidad se corresponde con un deseo de conservar la cristiandad. Allí donde persiste el protestantismo no es posible. Aquí donde persisten otros errores, tampoco.

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