Este año se cumplen 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Los jóvenes, y los que ya no lo son tanto, tienen que saber que él y muchos otros fueron amenazados, secuestrados y asesinados por plantarse ante ETA, por no tener miedo a pensar diferente y por trabajar por la libertad.

Cuando un encapuchado le descerrajó un tiro en la nuca a Gregorio Ordoñez comenzó la «socialización del sufrimiento». Era el 23 de enero de 1995, mientras el concejal, de 36 años, comía con sus compañeros María San Gil y Enrique Villar en San Sebastián.

Francisco Javier García Gaztelu «Txapote» fue uno de los tres terroristas que participaron en el asesinato. Fue condenado por ello. La sentencia de la Audiencia Nacional especificó que actuaron con alevosía, que produjo «intencionalmente la muerte de una persona a traición y sobreseguro, cogiendo desprevenida a la víctima y sin posibilidad alguna de defensa», y que se decidió matar a Ordóñez «con frialdad, recabando información para ello con firme propósito criminal».

La «socialización del sufrimiento» de ETA consistía en que, además de policías, guardias civiles y militares, los objetivos de la banda se ampliaban a políticos, periodistas, jueces, intelectuales… quien no pensase como ellos, quien les plantase cara, quien se sintiese vasco y español, quien no tuviese miedo y trabajase para vivir en libertad, se colocaba en la diana.

Miguel Ángel Blanco, 27 años y licenciado en Económicas en la Universidad del País Vasco, se afilió a las Nuevas Generaciones del Partido Popular. Pocos recursos y menos gente para las elecciones municipales de mayo del mismo 1995. Blanco va tercero en la candidatura de Ermua. El PP es la segunda fuerza más votada y es elegido concejal.

Siguió viviendo con sus padres y hermana, y trabajando en Eman Consulting en Éibar, porque ser concejal de pueblo no da para vivir. Además, por su preparación, Blanco realizaba un trabajo más técnico que político. Y en sus ratos libres seguía tocando la batería con el grupo Poker, quedando con su cuadrilla y viviendo, viviendo con ganas, con la fuerza y el coraje de amar la libertad.

ETA continuaba matando a policías nacionales, guardias civiles, ertzainas, militares, comerciantes, magistrados, empresarios, políticos… Coche bomba, bala, coche bomba, bala.

El 8 de febrero de 1996, Fernando Múgica Herzog, miembro histórico del Partido Sociacialista, paseaba con su hijo por San Sebastián cuando fue ejecutado con otro tiro en la nuca (por la espalda y sin poder defenderse). Francisco Javier García Gaztelu «Txapote» participó en el asesinato. Es la «socialización del sufrimiento».

El 14 de febrero de 1996, Francisco Tomás y Valiente hablaba por teléfono en su despacho de la Universidad Autónoma de Madrid con el profesor Elías Díaz. Jon Bienzobas Arretxe «Karaka» le descerrajó tres disparos a quemarropa: uno en la cabeza y dos en la cadera. Díaz oyó los disparos desde el otro lado de la línea. Es la «socialización del sufrimiento».

Y, mientras Miguel Ángel Blanco vivía y trabajaba, como muchos otros, por la libertad, sin amedrentarse ante el vacío social, el fanatismo de muchos, y la amenaza del secuestro o del tiro en la nuca.

El 17 de enero de 1996 ETA secuestró a José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones de 38 años. El 11 de noviembre de 1996, a Cosme Delclaux Zubiría, abogado y empresario de 34 años. Es la «socialización del sufrimiento».

El primero estuvo cautivo 532 días en un zulo ubicado en la localidad guipuzcoana de Mondragón. El segundo, 232 días. Con apenas seis horas de diferencia, el 1 de julio de 1997 Delclaux recuperó su libertad y Ortega fue liberado por la Guardia Civil.

La alegría ni siquiera duró 10 días. ETA está rabiosa por la liberación de Ortega Lara.

El 10 de julio, Miguel Ángel Blanco es secuestrado por ETA en Eibar. Pistola en mano Javier García Gaztelu «Txapote», Irantzu Gallastegui Sodupe «Amaia», y José Luis Geresta Mújica «Oker», le meten en el maletero de un coche y se dirigen a Añorga (Guipúzcoa).

Tres horas después, la emisora Egin Irratia recibe una llamada anónima. La banda terrorista reivindica el secuestro del concejal del PP. No quieren dinero por su liberación. Ahora dan un ultimátum al Gobierno: el acercamiento de los 600 presos etarras al País Vasco antes de las 16.00 del sábado 12 de julio para no ejecutar a Blanco. Esto es la «socialización del sufrimiento».

Comienza la cuenta atrás. La Policía, la Guardia Civil y la Ertzaintza solo disponen de 48 horas para salvarlo. Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior señaló: «No estábamos ante un secuestro sino ante un asesinato a cámara lenta».

Y frente a la «socialización del sufrimiento», comenzó a forjarse algo mucho más fuerte, el «Espíritu de Ermua», un sentimiento social multitudinario de rechazo hacia el terrorismo y de solidaridad con las víctimas.

La casa de la familia Blanco Garrido es un ir y venir de gente. Mari Mar Blanco regresa de Escocia, donde estaba estudiando desde marzo.

El ayuntamiento celebra un pleno extraordinario. Comienzan las movilizaciones por todo el País Vasco reclamando la liberación del joven. Se planta cara a ETA y a Herri Batasuna.

«Miguel Ángel, te esperamos» se repitió por toda la geografía nacional. Esa noche se celebra en Ermua la primera vigilia para pedir la liberación del concejal.

El viernes 11 de julio, el Gobierno vasco convocó la Mesa de Ajuria Enea, donde estaban representados el PNV, el Partido Socialista de Euskadi, Euskadiko Ezkerra, Partido Popular, Eusko Alkartasuna, Unidad Alavesa e Izquierda Unida, para hacer una declaración conjunta y convocar una manifestación en Bilbao para el día siguiente. Todos los partidos unidos, menos Herri Batasuna.

Un clamor contra el terrorismo recorre España. A lo largo del día, se suceden manifestaciones por todo el país y, en la Puerta del Sol, Iñaki Gabilondo lo expresa: «Miguel Angel no está solo, ETA si esta sola»

Cae la noche. En Ermua y en las plazas de otras ciudades se celebra la segunda y última vigilia para pedir la liberación del joven. Quedan menos de 24 horas para que se cumpla el plazo dado por los terroristas.

Sábado, 12 de julio. A las 12.30. se celebró una gran manifestación en Bilbao para pedir la liberación de Miguel Ángel Blanco. Se reúnen más de 500.000 personas. A la cabeza, el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el lehendakari, José Antonio Ardanza. Todos los partidos unidos, menos Herri Batasuna. Todos se plantan ante ETA. Todos menos, claro está, su brazo político, Herri Batasuna.

A las 15.59 las televisiones interrumpen su programación. Un mensaje de esperanza. En las pantallas se lee: «Miguel, te esperamos» con un lazo azul.

16.00 del día 12 de julio de 1997. Fin del ultimátum.

A las 16.40, una pareja que ha salido a pasear con sus perros en Lasarte (Guipúzcoa) encuentra a Miguel Ángel Blanco. Está tendido inconsciente, con las manos atadas hacia adelante, apoyado ligeramente sobre sus rodillas. Ha perdido mucha sangre. Es trasladado al Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, en San Sebastián.

17.30. Miguel Ángel Blanco llega prácticamente muerto al hospital. Tras el ingreso y las pruebas se descarta operarle.

España sale a la calle. Se suceden las manifestaciones. Miles de manos blancas se alzan para condenar y expresar su dolor por el cruel secuestro y asesinato.

20.00. Se informa que Miguel Ángel Blanco sufre un «traumatismo craneoencefálico secundario y heridas producidas por arma de fuego». Se encuentra de un coma neurológico profundo.

Esa noche, cientos de personas recorren las calles de Ermua con velas encendidas. Se colocan varias velas blancas en el portal donde vive la familia de Miguel Ángel.

A las 4.30 Miguel Ángel muere. No ha sobrevivido a los disparos que ha recibido maniatado. Esto era la «socialización del sufrimiento».

Todavía hay ayuntamientos que no respaldan que se realicen actos en recuerdo de este asesinato. Todavía hay quienes no respaldan que se realicen actos en memoria de los asesinados por ETA. Todavía hay a quienes molesta que se diga que se perdona y que no se olvida. Porque todos recordamos dónde y con quién estuvimos en la tarde del 13 de julio de 1997.

Cuando ETA decidió «socializar el sufrimiento», a los demócratas sólo nos quedaba la defensa tan quijotesca de la libertad… Porque la libertad, Gregorio, Miguel Ángel, Fernando, Francisco… «es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre, por la libertad, así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venirle a los hombres». Qué os vamos a contar a vosotros.