Ha pasado más de una semana desde el Gran Thinkglao, una charla triple para ochocientas personas. Luego hubo cena y fiesta. Ahora que se ha pasado la resaca emocional me parece un buen momento para hablar del fenómeno de los thinkglaos. La idea es muy sencilla: una charla de dieciocho minutos, cuarenta y cinco de preguntas y después pizzas. La cerveza va antes, durante y después. Como tantos, llegué porque es el plan de moda en Madrid: cerveza, gente guapa, pizza… es difícil de superar. Pero hay algo más. Hay cerveza ilimitada pero no hay gente vomitando ni dando tumbos. Tampoco he visto peleas ni pesados tostando la oreja a chicas cansadas. Hay algo especial. Por eso se ha extendido tan rápido: en apenas dos años ha llegado a más de treinta ciudades en cinco países.

Terminó el Gran Thinkglao y fuimos todos a una discoteca. Yo estaba cansado y no me apetecía la fiesta. Vi que un grupo de asistentes VIP entraba en un bar. Una es columnista en El País y tiene un libro muy famoso sobre la familia y los vínculos. Otro trabaja en El Español. Otro es profesor universitario y conferenciante habitual. Otro es faminazi, da charlas en las que menciona a su mujer y sus hijos y tenía un podcast. Me daba un poco de reparo acoplarme pero apareció Carla Restoy. La conozco de algún Thinkglao, así que entré con ella y me sumé al grupo. Estuvimos a gusto. Son gente cercana y simpática. Al final vamos fuimos a la discoteca, pero apareció Platero, que en ese momento salía de la disco. Me fui con él mientras le explicaba la suerte que tenemos. No es fácil coincidir con gente de primera línea de la vida pública de Españita. Y todo gracias a los que han organizado el Thinkglao.

He conocido a mucha gente en estos saraos. Quiero hablar de tres: Borja, María y Rose. Los tres son jóvenes y los tres son voluntarios de los Thinkglaos. Pero, aparte de eso, no tienen mucho en común. Me encanta hablar con ellos porque piensan diferente pero escuchan con atención y curiosidad. No es fácil encontrar gente abierta a escuchar otras opiniones. Yo mismo no lo estoy muchas veces. Hace falta un ambiente sano donde conversar con interés y deportividad. Ese es, entre otras cosas, el secreto de los Thinkglaos. Con los tres mencionados suelo dialogar sobre un tema recurrente. Con Borja debato sobre si existe Dios, si Jesús sigue vivo o si hay otras religiones verdaderas. Con María discuto sobre relaciones, parejas, Tinder, monogamia… Y con Rose sobre Trump, J.D. Vance, Elon Musk, Biden, Kamala… He descubierto puntos de vista distintos y valiosos de los tres. Y todo gracias a los Thinkglaos.

Dentro de ese «llegar a gente que piensa diferente», tuve la oportunidad de entrevistar a Anónimo García. Un hombre inteligente, honesto y valiente. Viene de la esfera del 15M y tiene ideas distintas a las mías, pero está dispuesto a conversar amablemente, como demostró en la entrevista. De nuevo, gracias a los Thinkglaos.

En resumen, un grupo de amigos ha montado un movimiento fresco, ilusionante y divertido. Yo lo puedo contar, pero lo mejor es que vayan a un Thinkglao y lo comprueben.