Con la muerte de Alfonso Ussía desaparece un estilo que combinó sátira, tradición literaria y una mirada mordaz capaz de desnudar los delirios de cada época. Fallecido a los 77 años, Ussía era el último columnista vivo de los grandes del siglo XX, innegable siglo de oro del género, miembro por carácter, prosodia y una ironía casi de estirpe, de una generación de escritores que concibieron la columna como un género literario antes que periodístico.
Nieto de Pedro Muñoz Seca, llevaba en la sangre la inclinación hacia la caricatura y el retruécano, pero también la elegancia del humor que no necesita gritar. Comenzó escribiendo poesía satírica y pronto se abrió paso como columnista en cabeceras decisivas para entender la prensa de las últimas décadas: ABC, Ya, Diario 16, La Razón, Época, La Gaceta, la irreverente El Cocodrilo o, más recientemente, El Debate, donde desde 2021 mantenía una columna tan reconocible que parecía escrita con su voz.
Su trayectoria no se limitó al papel. En radio y televisión dio vida a personajes que hoy pertenecen a la memoria sentimental de muchos oyentes y espectadores, desde Floro Recatado al marqués de Sotoancho, figuras que condensaban un humor costumbrista, exagerado y en ocasiones melancólico, que nunca perdió la referencia a la España real. Su paso por Protagonistas o La Brújula en Onda Cero, La Mañana en COPE o Este país necesita un repaso en Telecinco amplió aún más su huella pública.
Autor prolífico, publicó más de cuarenta libros entre compilaciones de artículos, poemarios, sátiras y ensayos. Destaca su célebre serie del marqués de Sotoancho en la que creó un universo literario propio, mezcla de retranca andaluza, mirada aristocrática y retrato humorístico de una España que él intuía en vías de desaparición. También títulos como Fustazos y caricias, Cosas que pasan o El temblor diario consolidaron un estilo que combinaba agudeza y ternura sin perder la puntería crítica.
Para ABC, cabecera en la que firmó 2.459 artículos, Ussía fue uno de los nombres esenciales de su sección de opinión. Uno de los más relevantes de su historia, y ya es decir. Sus piezas, reconocibles desde la primera línea, estaban construidas con una musicalidad propia del articulismo clásico y una capacidad poco común para fundir ironía y denuncia.
A lo largo de su carrera recibió premios de prestigio, como los González Ruano y Mariano de Cavia de Periodismo, el Jaime de Foxá de Literatura, la Pluma de Plata del Club de la Escritura, la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo o la Medalla de Oro de Madrid, distinciones que certifican no solo la calidad de su obra, sino el afecto y el respeto que generó.
Con Alfonso Ussía se apaga una manera de escribir y de mirar, heredera de la tradición literaria española y profundamente personal. Quedan su obra y la sensación, cada vez más rara, de que hubo un tiempo en que la ironía era un signo elegante de inteligencia; y en que un columnista podía erigirse, sin proponérselo, en la voz más nítida de una España que él observó con sinceridad, humor y amor.


