Tras haber llevado a cabo una minuciosa observación del largo recorrido de la hispanofobia, nos encontramos con el mito de la Inquisición española. Un mito que, a pesar de haber sido desmontado por numerosos historiadores, pasó a la Ilustración, al Romanticismo y al liberalismo, y de ahí, hasta la actualidad.

La Inquisición fue una institución muy concreta y burocratizada que nació en 1184 en Languedoc con el fin de luchar contra la herejía de los cátaros en tiempos de grandes turbulencias espirituales y sociales. Aunque es cierto que nació para reprimir a los herejes, también nació para evitar linchamientos indiscriminados con la excusa de la herejía. Su finalidad, por lo tanto, era también prevenir desórdenes públicos y someter dicho delito a un procedimiento reglamentado de manera que nadie tomase la justicia por su mano.

Este órgano ha pasado de ser una institución histórica a ser un motivo de humillación por parte de unos españoles que no conocen su historia. A pesar de que fue un ente represivo que causó el retraso de España, está hundida en una serie de mitos perfectamente desmontados por los archivos históricos. Esta institución católica fue, en comparación con otras inquisiciones europeas, completamente benévola.

Primeras revueltas contra la institución

Como primeras muestras de rechazo a la Inquisición papal, tenemos las revueltas italianas de Sicilia y Nápoles. En Sicilia la Inquisición fue introducida por Fernando el Católico antes de 1 500, pero, con el paso del tiempo, esta institución había crecido sin razón justificada debido a que ya no había problemas heréticos en la región. Este hecho provocó el descontento de la población al ver el gasto que les suponía sin ser beneficiados en nada. En Nápoles existía una Inquisición episcopal que rechazaba por completo la introducción de una Inquisición nueva. El intento de introducirla por parte de Fernando el Católico fracasó debido a la fuerte oposición establecida.

Tras la victoria de España frente a Alemania en la batalla de Mühlberg, los italianos, defensores de los alemanes, llevaron a cabo una campaña con la finalidad de convencer a la gente de que los españoles pretendían imponer una inhumana y sanguinaria Inquisición en Alemania. De este modo, la Inquisición española ha pasado también a la historia italiana como tal a causa de las guerras de religión.

Los protestantes cambian la historia

Pese a que el odio hacia la religión estaba presente en cada rincón de Europa, la Inquisición española adquirió su fama de institución monstruosa a raíz de la propaganda escrita por Guillermo de Orange. En sus textos Orange critica a España por perseguir a los protestantes españoles. La realidad que ignora (o quiere ignorar) es que ese sector de la población era minoritario, pues se ha calculado que fueron 2 700 los protestantes perseguidos en España, mientras que en otros países 3 000 fueron los muertos en un solo día como es el caso de Francia en la noche de San Bartolomé (1572), en la que el rey francés ordenó asesinar a los protestantes congregados en París.

Pero Guillermo de Orange no fue el único en manifestar su rechazo hacia la situación española. Ya antes que él, John Foxe, un inglés exiliado de Holanda, escribió un libro acerca del Santo oficio repleto de blasfemias y mentiras. Foxe cita, como muchos otros autores, a víctimas de la Inquisición creyendo que son protestantes cuando en realidad eran mahometanas o judíos.

Los torturados: una cifra mínima

Condenadas a muerte por brujería

En lo relativo a la tortura, el comportamiento de la Inquisición española fue benigno en comparación con el resto de países de Europa. En Inglaterra una persona podía ser ejecutada o torturada por dañar un parque público, en Alemania los condenados llegaban a perder los ojos y, en Francia, se llegaba a desollar viva a la gente. En cambio, en España no se llegaron a aplicar jamás estos métodos de tortura tan frecuentes en el resto de países. Nunca se usó fuego ni se golpeó a nadie en articulaciones. Ni siquiera se llegó a usar la rueda ni la dama de hierro. En esa misma línea, estaba prohibido el empleo de la tortura en niños menores de once años y en mujeres embarazadas o criando. De hecho, esta práctica se utilizó en tan solo el uno o dos por ciento de los casos investigados y la sesión no podía durar más de 15 minutos ni poner en peligro la vida del condenado. Además, los inquisidores tenían un manual de procedimiento en el que se especificaba lo que se podía hacer y lo que no, destituyendo a quien se excediese. La inquisición española fue el primer tribunal del mundo que prohibió la tortura cien años antes de que esta norma se generalizase.

Por otra parte, en la Edad Moderna, y según el historiador Wolfgang Behringer, fueron quemadas 50 000 brujas: la mitad en territorios alemanes, 1 500 en Inglaterra y 4 000 en Francia. Por el contrario, en España se quemaron 27, como recogen los archivos de la Inquisición. Esta irregularidad se aplica, por igual, al resto de países en comparación con el Santo Oficio.