Hace ya algunas semanas, el pasado 2 de marzo, Caitlin y Wesley Robinson, padres de ocho hijos y otro en camino, vivieron una tragedia: el hijo menor de esta pareja católica de Phoenix, de apenas 15 meses, fue encontrado flotando boca abajo en la piscina del hogar.

Tras una llamada urgente y desesperada, los primeros en llegar al domicilio fueron los bomberos de una estación cercana. El niño, de nombre Vincent, apenas mostraba signos de vida. Los trabajos de reanimación, que se prolongaron durante casi una hora (52 minutos), comenzaron en el lugar y continuaron en el hospital, donde los médicos lograron estabilizarlo. Sin embargo, el niño quedó sedado, intubado y conectado a oxígeno, en estado muy delicado.

Los médicos fueron sinceros con la familia en todo momento y prepararon a Caitlin y Wesley para lo peor. Durante los tres días posteriores, el pronóstico fue grave. La madre relata: «Nos preparamos para un funeral. Estuvimos tres días de rodillas rezando sin cesar», en declaraciones a Our Sunday Visitor.

El cardenal Pell: un aliado en el cielo

Aquellos trágicos días de plegarias frenéticas, este matrimonio se acordó de George Pell, cardenal fallecido en enero de 2023 durante una cirugía de cadera. El pequeño Vincent estuvo encomendado en el hospital al cardenal Pell, que durante muchos años ejerció como arzobispo de Sídney. Precisamente hace algunos años, Pell estuvo encarcelado durante trece meses por acusaciones de supuestos abusos de las que fue totalmente absuelto por el Tribunal Supremo de Australia.

Los Robinson conocieron personalmente al cardenal Pell en 2021, cuando visitó Phoenix para presentar su Diario en prisión, una crónica espiritual de sus días en prisión. Fue entonces, en aquella visita, cuando este matrimonio estableció un lazo espiritual con él. Cuando ocurrió el accidente, un tío del niño, el sacerdote Dan Connealy —hermano de Caitlin y párroco en Flagstaff, a dos horas de Phoenix— contactó con el padre Joseph Hamilton, antiguo secretario de Pell, para pedir su intercesión. Este, a su vez, transmitió la petición al arzobispo Anthony Fisher y a otros cercanos al cardenal.

Una reliquia y una novena

Pero no fue solo Pell. La red de oración alcanzó a un sacerdote en Connecticut, cuya hermana es madrina de Vincent. Fue este religioso quien envió a la Caitlin y Wesley una reliquia del venerable Michael McGivney, sacerdote fundador de los Caballeros de Colón. Caitlin comenzó una novena al padre McGivney, aunque sin muchas esperanzas: «Estaba segura de que yo sabía que la voluntad de Dios era que perdiésemos a nuestro hijo, me avergüenzo de no haber confiado más».

La oración comenzó el pasado 5 de marzo, día que la Iglesia celebró el Miércoles de Ceniza. Los padres del niño colocaron la reliquia de este venerable sobre el pecho de Vincent y aquella misma noche los médicos observaron una mejoría «notable», al punto de dejar de considerarlo en estado terminal. Durante los nueve días siguientes, fueron poniendo la reliquia sobre distintas partes del cuerpo del niño, y en cada jornada se registraban avances: mejores resultados clínicos, reducción de medicación, paso a planta, alimentación autónoma… Al completarse la novena, Vincent fue dado de alta.

Su padre, abogado especializado en fusiones y adquisiciones, considera lo ocurrido como un regalo que ha servido para «dar nuevas fuerzas a la fe». Él y Caitlin aseguran que estos días fueron los más intensos espiritualmente que han vivido, y que nunca antes habían sentido con tanta claridad «la realidad de la Iglesia triunfante».