Del rey a la Policía: españoles sin instituciones (I)

Manteníamos unas referencias sólidas, las instituciones, a las que la nación podía agarrarse: el monarca, los obispos, las fuerzas del orden

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Los españoles manteníamos unas referencias sólidas, las instituciones, a las que la nación podía agarrarse cuando los vendavales políticos amenazaban con hacer saltar todo por los aires. La Corona, como símbolo de unidad y permanencia de la patria. La Iglesia, representada jerárquicamente por sus obispos, que debían asegurar la continuidad de la presencia e influencia de la Iglesia Católica en la católica España. Las fuerzas del orden, cómo no, las Fuerzas Armadas (ejércitos) y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Policía Nacional y Guardia civil).

Esas referencias ya no son tan sólidas. Ya no se encuentra refugio en ellas. Como señaló el periodista Christian Campos en X, la pérdida de esas referencias supone «la mayor ruptura cultural y sociológica en 45 años de democracia». El jefe de opinión de El Español retuiteaba un post de Don Raggio que resume muy bien lo vivido estos años, y singularmente estas dos semanas «En apenas tres años la derecha española ha aprendido a odiar a la Conferencia Episcopal, a la Monarquía, a la Policía y a la Armada por ser entes indistinguibles del PSOE». No me encuentro entre los que esperaran algo de la Corona, sí tenía algo más de esperanza en el resto de las instituciones, aunque no mucha.

El sorprendente discurso del rey en el octogésimo aniversario de la ONU ha hecho perder la fe borbónica a los que aún creían que Felipe VI fruncía el ceño como gesto de desaprobación ante las fechorías de Sánchez. «El rey está esperando el momento, no se está quieto, confía» decían los monárquicos a los suspicaces. La aparatosa risadera conjunta de Felipe VI y Sánchez I captada por los fotógrafos, ha aflorado el significado real del gesto despejando las dudas.

En medio de las noticias que nos cuentan a diario los casos de inseguridad, atracos, abusos, etc, muchos de ellos protagonizados por inmigrantes ilegales, la Conferencia Episcopal sigue reclamando la regularización de 500.000 inmigrantes. La desubicación de los obispos marcaba un punto de récord cuando en junio afeaba al ayuntamiento de Jumilla (Murcia) haber prohibido el rezo comunitario musulmán en dependencias y vías públicas. Y esta semana se anuncia la apertura del juicio oral al Padre Custodio Ballester en el que la fiscal pide para el acusado tres años de cárcel por decir que «el yihadismo radical y el islamismo violento quieren destruir Europa y la civilización occidental». Mientras el arzobispado de Barcelona de desentiende del Padre Ballester —Omella estima guardar silencio—, el arzobispado de Toledo emite una escueta nota en la que lamenta profundamente los hechos que han causado la detención de un cura de su diócesis en posesión de sustancias estupefacientes y juguetes sexuales camino de una fiesta .

Mientras todo esto ocurría ante nuestros ojos, cualquier español razonable sentía la punzada de ver desplegar pancartas etarras en la entrada de la Basílica del Valle de los Caídos el pasado 18 de septiembre. Esta profanación inaceptable ha traído a la memoria el decepcionante comportamiento de la curia respecto a la protección y defensa del Valle. Los obispos no nos defienden a nosotros los fieles, no defienden a uno de los suyos, al que dejan a los pies de los leones, y con los que se muestran comprensivos por sus debilidades, la gente de orden no los incluye entre los suyos. La ruptura está servida.

Con la imagen de la sucia pancarta en la retina, cualquier feligrés del Valle recuerda que ha pasado registros exhaustivos para entrar en el recinto, padeciendo, incluso, la requisa de alguna bandera de España, y con la rabia de ese ingrato en el recuerdo se pregunta dónde estaba esa Guardia Civil que a mí me quita las banderas mientras estos desgraciados despliegan una tela inmensa con las imágenes de los etarras. Y la duda sigue flotando… ¿Dónde estaban las fuerzas del orden para haber impedido la profanación? ¿Dónde están las fuerzas del orden si quiero ver el final de la Vuelta a España en el paseo de la Castellana? ¿Se emplean igual para asegurar que no se moleste a Begoña en el juzgado que para otras cosas?

Pero quedamos los españoles, y decir la verdad. Parar a pensar sobre esas referencias que creímos sólidas. Lo haremos en una serie de cuatro artículos que empezamos con esta introducción. El discurso del rey ante la ONU ha decepcionado a muchos, así que analizaremos si no había en las intervenciones anteriores signos suficiente como para no habernos llevado una sorpresa ahora. Trataremos, después, de poner algo de luz sobre las últimas actuaciones de la curia y si podemos confiar en ellos para que lleven la antorcha de la fe. Por último, haremos una revisión de las actuaciones de las fuerzas del orden y pondremos la vista al frente para encarar el futuro con esperanza. Acompáñennos hasta el final.

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