El lugar más feliz de Extremadura

En Trujillo, la historia, el paisaje y la vida cotidiana se entrelazan en una armonía difícil de encontrar en otros rincones de España

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Un estudio elaborado por YouGov y Azucarera ha señalado en 2025 a Trujillo como el municipio más feliz de Extremadura. Un término manido y tópico, basado en hechos reales. Con poco más de 8.600 habitantes, la ciudad cacereña no sólo es valorada por sus vecinos, también a quienes la visitan, que la reconocen como un lugar donde la historia, el paisaje y la vida cotidiana se entrelazan en una armonía difícil de encontrar en otros rincones de España.

Trujillo es una ciudad majestuosa, marcada por una huella milenaria. De los restos prehistóricos hallados en su entorno a su pasado romano bajo el nombre de Turgalium, pasando por la época musulmana y la posterior reconquista cristiana, cada etapa ha dejado su impronta. El viajero se topa con berrocales, murallas, torres y portadas medievales que siguen custodiando una de las plazas mayores más imponentes de España, dominada por la estatua ecuestre de Francisco Pizarro.

La monumentalidad de su casco histórico o el Parque Nacional de Monfragüe son, lejos de toda duda, argumentos innegables, pero no los únicos. El informe destaca también el arraigo de las tradiciones, la vida en comunidad y un ritmo vital que permite a los trujillanos mantener un equilibrio saludable entre trabajo y ocio.

Trujillo

Hispanidad y vida local

El corazón de la ciudad late en su Plaza Mayor, escenario de procesiones, ferias, fiestas populares y rodajes de series y películas, permanece rodeada de palacios que recuerdan el esplendor de lo mejor de la Hispanidad. Desde el castillo árabe, situado en lo alto del cerro, se abre un horizonte de dehesas y llanuras. Los miradores repartidos por la ciudad invitan a detenerse y contemplar un paisaje que parece no agotarse nunca.

Los autores del informe subrayan que el bienestar trujillano no se mide sólo en monumentos. La vida cotidiana, la cercanía de los servicios y la posibilidad de esquivar las tensiones de las grandes urbes son elementos decisivos. Aquí la vida conserva aún la lógica de lo comunitario: en las terrazas, en los mercados de abastos o en las fiestas patronales, donde todos participan y todos se conocen.

La gastronomía es otro factor tan incontrovertible como la monumentalidad. Desde el célebre queso de la tierra, el jamón, el cordero a la brasa o los dulces conventuales, la mesa trujillana refleja un apego a lo local que refuerza la identidad compartida. No es casual que algunos de los restaurantes más destacados de Extremadura se encuentren en la ciudad.

Patrimonio, naturaleza y fiestas

Trujillo no sólo se apoya en su historia y en su naturaleza: también se proyecta hacia el futuro con una oferta turística en alza, un calendario cultural variado y propuestas de turismo activo que atraen a visitantes nacionales e internacionales. Su papel como anfitriona de la Feria Nacional del Queso, la más importante de España, cada primavera es un ejemplo de cómo la tradición puede convertirse en motor económico.

En el ránking nacional del estudio, Trujillo ocupa el puesto 28, pero su liderazgo regional le otorga un significado especial. Representa la posibilidad de una vida en una ciudad pequeña, anclada en la historia y abierta al mundo.

Si la arquitectura y el paisaje son la cara visible, sus fiestas son el alma de la ciudad. La Semana Santa, con procesiones que recorren el intrincado entramado de calles medievales, convierte cada primavera la ciudad en un escenario solemne. La celebración más emblemática es El Chíviri, el Domingo de Resurrección, cuando la Plaza Mayor se llena de música y el color de los trajes típicos. El calendario se completa con las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Victoria.

Bienestar y oferta cultural

Una vida agradable se construye en Trujillo sobre un patrimonio monumental de primer orden, un entorno natural privilegiado, un fuerte sentido de pertenencia y una vida social activa. La ciudad confirma que la oferta cultural no es un privilegio exclusivo de las grandes capitales, sino que puede disfrutarse en el corazón de Extremadura.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Trujillo recibe cada año en torno a 250.000 visitantes, cifra notable para un municipio de su tamaño. Este flujo constante de viajeros no sólo refuerza la economía local, además confirma que la ciudad proyecta el bienestar que sus habitantes disfrutan en su día a día.

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