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La mitra que el Papa envió a Chiclayo

Este regalo se convierte en un signo de cercanía y de memoria hacia la comunidad donde León XIV forjó parte de su camino pastoral

Desde el día de su elección, al Papa León XIV se le ha visto siempre acompañado por un joven discreto. La sombra del Papa en el Vaticano es el padre Edgard Rimaycuna, sacerdote de Chiclayo, que lleva años acompañando a Robert Prevost en sus tareas episcopales primero, en sus labores cardenalicias después y ahora, como secretario personal del Santo Padre.

Estos cien primeros días de pontificado, sin embargo, no sólo han sigo extenuantes para León, sino también para muchos de sus colaboradores, que han tratado de seguir el ritmo incombustible del joven pontífice. En las últimas fotos de agosto, precisamente, una ausencia quedaba en evidencia: el padre Edgard no aparece por ningún lado. Más allá de la primera rumorología vaticana, pronto se ha sabido que el más estrecho colaborador del Papa ha viajado a su tierra natal para tener unos días de vacaciones. Pero no sólo eso.

En un gesto cargado de simbolismo, el Papa León XIV ha querido honrar a la diócesis de Chiclayo con un regalo muy especial: una mitra que él mismo ha utilizado durante sus primeros cien días de ministerio. Más que un objeto litúrgico, esta entrega se convierte en un signo de cercanía y de memoria hacia la comunidad donde forjó parte de su camino pastoral. En el balcón de San Pedro el nuevo Papa no se acordó de su Chicago natal, sino de aquella pequeña y sencilla comunidad de Chiclayo. No parece, por tanto, un gesto calculado, sino más bien la expresión de un corazón agradecido.

Aprovechando sus días de vacaciones, el padre Edgard ha sido el encargado de llevar tan valiosa ofrenda. Hace apenas unos días viajó hasta el norte del Perú para presidir la celebración de la Santa Misa y transmitir, además, la Bendición Apostólica del Santo Padre. El sacerdote, conocido por su discreción y servicio en la Santa Sede, se ha convertido en un puente directo entre el Papa y las comunidades que reciben sus gestos de afecto y, de alguna forma, se ha convertido en «enviado especial» de Su Santidad.

La entrega de la mitra, que los feligreses de Chiclayo han celebrado con gran efusividad, no es solo un hecho protocolario. De alguna forma representa la manera en que el Papa mantiene vivos los lazos con sus raíces pastorales, recordando a los fieles chiclayanos que su voz y su oración permanecen junto a ellos, aun desde Roma. En tiempos donde los símbolos cobran fuerza —todos miramos al Papa—, este obsequio se alza como una muestra de gratitud, afecto y continuidad espiritual. León XIV, en forma de mitra, vuelve a su diócesis.

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