Los acentos de España

No se puede amar a España sin amar sus acentos, sus palabras únicas, sus maneras de decir «te quiero»

|

Hablar de España es hacerlo de una sinfonía de acentos reconocibles, de palabras cuyo sabor cambia según la tierra en que se pronuncian. Desde el «che» valenciano hasta el «mi arma» andaluz, pasando por el tono pausado de Castilla, la dureza leonesa o el canturreo asturiano, el español no es una lengua monolítica, sino un mosaico en permanente diálogo con las demás lenguas que cohabitan España. El catalán, el euskera o el gallego —entre otras— no son adornos, sino raíces vivas que alimentan a la identidad común.

A veces se olvida que la unidad de España no nació de la uniformidad, sino de la suma. Nuestra historia está hecha de encuentros: de reinos, de culturas, de formas de entender y relacionarse en el mundo. La diversidad lingüística y cultural no amenaza esa unidad; al contrario, la enriquece y la hace única. Es como un plato de comida bien cocinado: cada ingrediente mantiene su sabor, pero todos juntos crean algo más sabroso.

El castellano, que hoy nos sirve de puente pese a los desprecios y los ataques que recibe, se ha ido moldeando precisamente por ese contacto con las demás lenguas españolas. Las influencias se mezclan, los giros se contagian, y así se construye un idioma vivo, flexible, que suena distinto en cada rincón pero sigue siendo reconocible para todos. Ésa es la magia: que un gallego y un canario puedan hablar y entenderse, aunque el ritmo y la melodía cambien. Y sin necesidad de pinganillos.

Defender sin ambages la unidad nacional no significa borrar diferencias, sino precisamente celebrarlas. No se puede amar a España sin amar sus acentos, sus palabras únicas, sus maneras de decir «te quiero» en cientos de tonos distintos. Cada lengua y cada cultura aporta una pieza al puzzle llamado España, que solo tiene sentido estando completo.

Porque la verdadera fortaleza de España no está en imponer una sola voz, porque como decía la canción italiana de los míticos Amici del Vento: «Mi patria son mil voces que se unen a la mia. Mi patria es una idea, no solo una geografía». Si algo ha demostrado nuestra historia, es que cuando las gentes, con sus lenguas se escuchan entre sí, cuando los acentos y las particularidades se respetan y se mezclan, la identidad común se hace más sólida. España, al fin y al cabo, es eso: un lugar donde la unidad no borra la diversidad, sino que la hace verdaderamente auténtica.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.