Desde el jueves al domingo de septiembre, Málaga ha sido la capital mundial del cómic. El Palacio de Ferias y Congresos de Málaga (FYCMA) ha sido el escenario de la San Diego Comic-Con, que por fin ha visto mundo mundo: el primer vuelo fuera de los Estados Unidos ha tenido como destino la capital de la Costa del Sol.
La expectación ha sido mayúscula para un evento multitudinario que, cumpliendo con las expectativas, ha reunido a más de 100.000 asistentes. Aficionados al mundo de la novela gráfica, cine, series, videojuegos y el anime que ha disfrutado de más de 300 horas de contenido.
Recibidos con carteles de Welcome heroes, la cita ha reunido a nombres de Hollywood y referentes de la industria del cómic y del videojuego. Invitados como Arnold Schwarzenegger, Jared Leto, Gwendoline Christie, Aaron Paul, Luke Evans, Dafne Keen o Norman Reedus, así como Jim Lee, Jeph Loeb o Peach Momoko, desfilaron por los distintos auditorios y repartieron fotos y firmas entre los selectos —y pacientes— afortunados.
Una experiencia agridulce
Disfrutar del evento no ha sido tarea fácil. Entre madrugones, carreras y peleas por un Funko Pop exclusivo, precios elevadísimos en la zona de restauración, instrucciones y circuitos mal definidos, un hall central con contenidos mejorables y el desabastecimiento del merchandising oficial, las quejas se han multiplicado con el paso de los días. Tampoco ha ayudado un sol de justicia sobre las largas filas en el exterior, donde la paciencia y el sentido común de los propios asistentes suplían la falta de staff.
El sábado, día de máxima afluencia, la situación alcanzó su límite: colas de tres horas para entrar en el hall central, seguidas de más esperas para otras salas y para realizar cualquiera de las actividades o incluso el cierre de las filas dos horas antes del inicio de algunas de ellas.
Las altas expectativas enfrentadas a la calidad mejorable en la ejecución han hecho de esta edición de la San Diego Comic-Con una vivencia inolvidable e incómoda para muchos de los asistentes.
El acuerdo entre los organizadores y el Ayuntamiento de Málaga es de tres años. La ciudad aspira a consolidarse como sede europea de uno de los mayores encuentros de cultura pop del planeta. El reto es no sólo lograr que el contenido esté a la altura del prestigio de la marca, también hacer de la San Diego Comic-Con Málaga una experiencia agradable para un público que pone, y mucho, de su parte.