El Papa Francisco, fallecido el pasado lunes 21 de abril, aportó a la Iglesia una perspectiva original, forjada en sus años como pastor en las periferias de Buenos Aires. Su espíritu espontáneo y su carácter afable, acaso dos de los rasgos más propios de un argentino, hicieron que durante sus doce años de pontificado hablase constantemente de algunos temas quizás novedosos para la conversación del mundo.

Diez citas extraídas de sus intervenciones, homilías y documentos magisteriales pueden ahora aportar luz sobre las grandes líneas maestras que Francisco deja como herencia a la Iglesia Católica:

1 Sobre la Iglesia en salida: «Prefiero una Iglesia que está magullada, herida y sucia por haber salido a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos». Evangelii Gaudium, n. 49.

2 Sobre la infinita misericordia de Dios: «Dios nos precede siempre. Cuando nosotros llegamos, Él ya está esperando. El pecador es quien lo abandona, pero Él nunca se aleja de nosotros. A veces nosotros creemos que nuestros pecados nos alejan de Dios, pero en realidad, es su misericordia la que nos busca antes de que pidamos perdón». Homilía, Casa Santa Marta, 8 de enero de 2016.

3 Sobre la cultura del descarte: «En este sistema, que tiende a fagocitar todo con el fin de acrecentar las ganancias, lo que no es rentable es descartado, como nuestros ancianos, nuestros jóvenes sin trabajo, los pueblos indígenas, o las culturas consideradas inútiles. Hemos hecho de la exclusión una cultura, una cultura del descarte». Evangelii Gaudium, n. 53.

4 Sobre la casa común: «Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos. Lo que está en juego no es algo secundario, es la dignidad misma de nuestras vidas. El clamor de la tierra y el clamor de los pobres son uno solo». Laudato Si, n. 53.

5 Sobre el dolor de la guerra: «La guerra no es nunca una solución. Nunca. La única solución es la paz, el diálogo, el encuentro. Es duro, es difícil, pero es el único camino. La guerra solo deja huérfanos, dolor y odio». Declaraciones a la prensa durante el vuelo de regreso de Sarajevo, 6 de junio de 2015.

6 Sobre la concreción del amor: «Amar a alguien no es simplemente un sentimiento poderoso, es una decisión, un juicio, un compromiso. El amor verdadero es concreto, está hecho de obras, no de palabras. El amor cristiano no se encierra en sí mismo, sino que se derrama hacia los demás». Audiencia general, 15 de junio de 2016.

7 Sobre el tesoro de la juventud: «Queridos jóvenes, ¡no balconeen la vida! No miren la vida desde el balcón. Métanse en ella. Jesús no se quedó en el balcón, se metió. No tengan miedo de dejar todo en la cancha. No se queden al costado del camino de la vida. Métanse allí, donde hay desafíos, luchas, donde hay mucho por hacer, donde hay quienes sufren por perder muchas cosas. ¡Entren en la vida como lo hizo Jesús!». Vigilia con los jóvenes, Jornada Mundial de la Juventud, Río de Janeiro, 27 de julio de 2013.

8 Sobre el servicio cristiano: «El que no vive para servir, no sirve para vivir. El servicio es el criterio verdadero del amor. Se ama en la medida en que se sirve, y se sirve en la medida en que se es capaz de abajarse por amor a los demás. No es una estrategia, es una entrega». Homilía de Jueves Santo, Lavatorio de los pies, 24 de marzo de 2016.

9 Sobre la fecundidad de la fe: «La fe auténtica —que nunca es cómoda ni individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Si alguien no vive esa tensión, corre el riesgo de ser un creyente encerrado en la rutina, sin compasión, sin impacto». Evangelii Gaudium, n. 183.

10 Sobre la esperanza: «Esta es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o un consuelo superficial, no es una ilusión ni un espejismo. Es un don del cielo que no podíamos procurarnos por nosotros mismos. […] Jesús ha resucitado para darnos esperanza. Si Jesús ha resucitado, entonces ninguna situación está completamente perdida, ningún pecado es demasiado grande, ninguna herida es incurable, ninguna muerte es definitiva». Homilía, Vigilia Pascual, 11 de abril de 2020